Imagina que el ozono es como hacer ejercicio: hacerlo de forma moderada es bueno para el cuerpo, pero hacerlo en exceso puede ser dañino.
Cuando el ozono interactúa con nuestro cuerpo, puede causar dos tipos de reacciones:
Si hay demasiado ozono, puede causar una respuesta inflamatoria, es decir, el cuerpo se siente atacado y reacciona de forma defensiva, lo que puede dañar nuestros tejidos.
Pero si la cantidad de ozono es moderada, puede ayudar al cuerpo a defenderse mejor de otras agresiones. Esto sucede porque el ozono activa ciertas «herramientas» en nuestras células que las protegen y las hacen más fuertes contra el daño. Estas «herramientas» también pueden ayudar en la prevención de enfermedades del cerebro, como el Alzheimer o el Parkinson.
Además, se ha visto que la ozonoterapia puede ser útil en tratar problemas de circulación, lesiones en la piel, hernias de disco y problemas dentales en niños. Sin embargo, todavía se están investigando todos los detalles de cómo funciona exactamente el ozono en el cuerpo.
Por tanto, el ozono, cuando se utiliza correctamente, puede tener muchos beneficios para la salud, pero es importante entender bien cómo y cuándo usarlo.