Factores psicológicos y sociales que hacen crónico el dolor de espalda
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ToggleHoy en día son numerosos los estudios que se realizan para conocer mucho más acerca de la naturaleza del dolor, así como su transformación de dolor agudo a dolor crónico. En los últimos años se ha determinado que una de las causas resaltantes para que el dolor agudo se convierta en un dolor crónico es la influencia de los factores psicosociales en el individuo con relación a la lesión que padezca.
El paciente que padece inicialmente algún tipo de dolor, con frecuencia se ve afectado emocionalmente con respecto a la manera de desenvolverse en su entorno habitual. El paciente que sufre de alguna lesión aguda se llega a sentir paralizado tanto en la parte emocional como en la parte funcional, lo que repercute en la interacción con su entorno, y a la vez, esta situación le puede generar el inicio de un trastorno crónico.
¿Cómo influyen los factores psicosociales en el dolor de espalda?
Cuando se habla de psicosocial nos referimos a la interacción de una persona con su entorno social, laboral, familiar y de cómo influye este entorno en su comportamiento emocional como individuo, desde su actitud, niveles de estrés, manejo y creencias que tenga del dolor, las cuales pueden afectar la evolución y tratamientos del dolor de espalda.
Los factores psicosociales marcan una influencia considerable en el paciente por su manera de afrontar el dolor, porque por lo general el paciente deja de realizar las actividades comunes de su ambiente social, familiar y laboral por evitar el dolor. En este artículo te explicaré algunos factores psicosociales que cronifican el dolor de espalda:
Miedo al dolor
La manera en la que el paciente afronta el dolor determina su desenvolvimiento en el entorno. Muchas veces el paciente por miedo a sentir dolor comienza a cambiar sus rutinas y poco a poco simplemente deja de realizar las actividades cotidianas. Para evitar el dolor, con frecuencia el paciente evita realizar actividades comunes, que a la vez son necesarias para darle movimiento a los músculos y mantener las condiciones de los mismos, impidiendo que se atrofien.
El miedo al dolor es uno de los principales factores que cronifican el dolor de espalda, el paciente centra toda su atención en el dolor y se angustia por evitarlo, dejando de hacer sus actividades, cambiando su rutina y perdiendo progresivamente las condiciones musculares, lo que causa que un dolor agudo se convierta en un dolor crónico inevitable.
No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo
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Insatisfacción laboral
Si el paciente no se siente satisfecho laboralmente, es probable que no tenga la motivación para reincorporarse a su entorno luego de un reposo médico por el dolor de espalda. Lo que conlleva a evitar regresar a su rutina laboral, aumentando las probabilidades de que su dolor agudo se cronifique, por falta de movilidad.
La insatisfacción laboral produce que el paciente prefiera estar en su casa haciendo reposo, pensando que eso es lo más favorable, y sin embargo, es todo lo contrario, al estar tranquilo en casa y sin trabajar, la atención se centra en el dolor y además la falta de actividad física favorece la rigidez muscular y la aparición de la lumbalgia crónica.
Una vida inútil equivale a una muerte prematura.
Goethe
El entorno personal
La influencia del entorno personal es otro factor psicosocial destacado que cronifica el dolor de espalda. En muchas ocasiones los amigos y familiares se enfocan en facilitarle al paciente los movimientos y actividades simples. Es por lo que se considera que el comportamiento de las personas cercanas afecta directamente al paciente ocasionando que el dolor aumente.
Cuando se padece de dolor, las personas del entorno habitual, buscan colaborar y ayudar para facilitar el desenvolvimiento del paciente.
Si este esfuerzo de las personas de su entorno por colaborar se perpetúa o es demasiado intrusivo puede resultar perjudicial, porque el paciente asume que es incapaz de hacer cualquier tarea básica, ya que el paciente deja de hacer actividades sencillas que puede realizar a pesar del dolor.
El estar al cuidado y observación del entorno personal, puede ocasionar que el paciente se sienta incapaz, y que disminuya considerablemente su actividad por dejar de hacer tareas básicas que otros les facilitan, siendo esto un desencadenante de dolor crónico.
“Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.”
San Agustín
Recomendaciones
Recordemos que un gran porcentaje de la población ha sufrido de dolor agudo en algún momento de su vida, sin embargo un porcentaje considerablemente menor acaba padeciendo de dolor crónico.
Cuando un dolor agudo aparece en nuestro cuerpo, lo primordial es observar seriamente la molestia y enfocarnos en examinar las causas que lo están ocasionando y de esta manera buscarle la solución.
¿Y cuando es un dolor crónico?
La situación es diferente cuando se trata de un dolor crónico, el cual ya llevamos largo tiempo padeciendo, en ese caso, no debemos centrarnos en analizar, ni dedicar mucho tiempo a la auto observación del dolor, porque por su condición crónica no estaríamos realizando algo beneficioso, sino todo lo contrario. Al reconocer que tenemos un dolor crónico, lo ideal es no obsesionarnos ni permitir que ese dolor nos paralice y en cambio lo recomendable es llevar un registro periodico del dolor que nos lleve pocos minutos al día, dejando el resto del tiempo libre para centrarnos en otras actividades.
Un consejo que no falla es invertir el tiempo en pensamientos positivos y actividades placenteras que te fortalezcan la mente para afrontar el dolor de una manera regeneradora. Continuar tu vida haciendo las actividades que disfrutas, te ayuda a elevar la autoestima, a mejorar la actitud frente la vida, a llenarte de energía y olvidar el dolor paulatinamente hasta lograr superarlo.
Mi consejo es que no te preguntes por qué o de dónde, sino que disfrutes de tu helado mientras está en el plato.
Thornton Wilder (1897-1975) Escritor estadounidense.
Si aparece un dolor, no te paralices y asume una actitud adaptativa, es decir, ajusta tus tareas al dolor que tienes y no renuncies a tu rutina, recuerda que dejar de hacer tus actividades te conduce a la inactividad muscular y de esta manera surgen las lesiones crónicas.
“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.”
Viktor Frankl (1905-1997) Psiquiatra y psicoterapeuta austriaco.
Está comprobado que la actitud que tengas y la manera de afrontar el dolor puede determinar la intensidad y la duración en el tiempo del mismo. Evita pensar fijamente en la molestia, para evitar caer en depresión, no permitas que el miedo al dolor te impida llevar una vida plena y feliz.
Si piensas que el dolor te está impidiendo llevar una vida normal, y quieres recuperar tu estilo de vida con la mayor brevedad posible, las técnicas disponibles para tratar el dolor de las que te he hablado en otros artículos pueden serte de ayuda.
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